martes, 15 de septiembre de 2009

Placeres humanos: ensayo primero

Las personas, y no sé si el resto de animales también, tienden a relacionar de manera inmediata las palabras placer y sexo. Por un lado, es lógico porque el placer sexual es el más salvaje y deseado de todos los placeres y el que nos hace más animales de lo que ya somos. Pero por otro, es injusto porque su significado es tan variopinto que solamente con lo referido al sexo queda incompleto.
Pero si al sexo le añadimos dormir, comer y descomer, nuestra vida quedaría tan llena de placer que viviríamos angustiados al no poder comunicarnos con nuestros semejantes, ya que cada una de nuestras palabras sería igual que un orgasmo. Gemir no es hablar. Esto dificultaría un poco las cosas.
Bueno, volviendo al tema, dormir. Dormir es grandioso, magnífico, es brutal, y al igual que el sexo, hay varias formas de hacerlo. Uno puede dormir 8 horas, puede dormir 18, puede dormir de noche o puede dormir de día, puede hacerlo desnudo o con pijama, solo o acompañado, pero siempre tiene que levantarse sudando, con la espalda empapada y con la sensación de que cuando el se acostó las cosas eran totalmente distintas. Abrir los ojos y pensar, “¿cuántos días llevo durmiendo?”…
Comer es distinto, es más intenso, más fugaz, es algo del momento. Es un placer más sensitivo, entra por el gusto y llega hasta el cerebro dónde es acogido de manera muy hospitalaria. Es como oler una rosa o el aliento de alguien que mastica chicle de menta. Sin embargo, como los anteriores, es un placer que tiene un resultado final: la satisfacción. Esto es cuando después de habernos comido un plato de macarrones con queso gratinado, 2 chuletas con huevos fritos y patatas, 4 vasos de gazpacho y unas 5 ó 6 mandarinas... nos golpeamos suavemente nuestra hinchada barriga y decimos sonriendo: “pues sabes tú que me 'quedao' bien… un poco más y vomito pero que vamos, que ahora me voy a echar una siesta de kilo y medio que no veas…”
Por último, está el que para mucho es el más feo de los placeres, aunque yo realmente creo que eso lo dicen para no quedar mal en público porque no está bien visto hablar de las mierdas de unos y de otros. Descomer, para quien no lo sepa, es sentarse en una especie de taza gigante de porcelana y apretar las nalgas hasta perder parte de nuestro “yo” interior. Y este placer, lo bueno que tiene, es que es fácil de explicar. A más esfuerzo, más placer; a más sudor, más placer; a mayor tamaño del “yo” interior, más placer; a más tiempo aguantándose, mucho más placer…
En fin, no creo que esto sea lo que todo buen escritor sueña con escribir, pero como yo ni soy escritor, ni bueno… pues ahí lo dejo, para que como siempre, penséis más de lo habitual, que no es mucho...

l u i s c a

1 comentario:

  1. La verdad es que esos cuantro placeres que describes son la esencia del hombre. Yo podria tirarme el dia comiendo y durmiendo, ya me conoces, pero segun tu texto todavia tengo que buscar la plena satisfaccion en mi vida y a ello me pondre en breve. Un saludo descriptor de placeres.

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