miércoles, 14 de julio de 2010

La Cisterna

Escribí renglones con la mierda que guardaba en mi almohada. El papel higiénico acumulado en el desagüe de mis problemas contaba las historias de una conciencia cansada de tanto trabajar. Un espíritu muerto colocaba los puntos y las comas. Era una fuente inagotable de historias desgarradoras protagonizadas por las dudas existenciales de mi cerebro. Era otro tiempo, otra actitud y la misma vida que llevo ahora.

Pero con el paso del tiempo, a cuestas con mi evolución, encontré perdida en altamar una cisterna vikinga fabricada en reluciente oro y llena de aguas esperanzadoras. Simplemente tuve que tirar de la cadena, y así, sin más, la mierda y el papel desaparecieron...

Desde entonces, asumo la dependencia. Me costaba enormemente andar solo. Como la tuerca y el tornillo, el sol y el amanecer, la espuma del mar, la sal y la arena. Como un sherpa y la montaña, como un perro y su ciego. Y me lo imagino todo eterno, entre colchones y sábanas: un paisaje de colores. Y de sabores. Una vida plena, familia y amigos. Una casa llena, mujer e hijos. Una mochila a cuestas, viajes y más viajes. Y perecer aprendiendo de ti y de mí, del resto.


l u i s c a

1 comentario:

  1. Me alegra ver que algunos encuentran por fin su camino, y dan con la dichosa cisterna... En cualquier caso, seguiré siendo amigo de ese espíritu vestido de puntos y comas, y de sus existenciales dilemas por entero incomprensibles.

    Vikingo o no, eres un guerrero que lucha... llegues o no al final, que nadie diga que no lo intentaste!!!

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