sábado, 2 de enero de 2010

Confesiones de la Conciencia

Un día más pasa de largo y casi ni lo huelo. Racionalmente pagaría lo que fuera por esnifarlo, pero esta droga no me engancha. Prefiero vivir muerto en la cama y despertarme por el tufo a comida que entra por mi ventana. Consumir las horas, minuto a minuto, dejando el cenicero de la desesperación repleto de colillas.

Mi cuerpo
inerte, baboso y vago
se está estancando
como el agua de un lago.
Necesito una pedrada
que reviente mis entrañas,
necesito más carrete
en esta caña.

Y la lapidación llega cada mañana, pero apenas me entero. Estoy tan sedado que aparto las piedras de mi cama y sigo durmiendo. Elijo un rato más para darle la espalda al mundo. Meo y me salpica. Me mancho porque estoy ciego. Es ahora, al escribir todo esto, cuando propongo un cambio drástico. Sin embargo, cada vez que pulso una tecla se me olvida un poco más el sentido de la vida. ¡¡Pobre de mí!!, que creo conocer mi meta, que abarco mucho y nada aprieto, que no actúo según lo aprendido.

No te vistas con tu mejor ropa, si llueve se mojará.
Desnúdate hasta mostrar el alma
y si no la encuentras mantén la calma,
no es la única vez que te pasará.


l u i s c a

No hay comentarios:

Publicar un comentario